¿Qué es?
Es una enfermedad crónica y recurrente que provoca inflamación de la piel. Suele aparecer en los primeros años de vida y su evolución clínica es muy variable. Suele mejorar durante la infancia, no estando presente en muchas personas durante la vida adulta.
Afecta al 15% de la población, afecta de igual forma a varones que a mujeres.
No es contagiosa.
¿Cuál es la causa?
La causa es desconocida, aunque se ha visto que los factores genéticos y la herencia juegan un papel muy importante, ya que es mucho más frecuente que un niño tenga dermatitis si algunos de sus padres también la han padecido o la padecen.
Se asocia a enfermedades como alergia asma o rinoconjuntivitis.
¿Cómo se manifiesta?
Cursa con brotes repetidos de lo que se conoce como eccema, que son enrojecimientos de las zonas de la piel que se ven ásperas y pican. La localización de estos eccemas varía según la edad del paciente.
En los lactantes es más característico la presencia de eccema en la cara, en los niños suele aparecer en las flexuras de los codos y rodillas, mientras que si aparece en la edad adulta, suele presentarse en flexuras, manos y pies.
¿Qué produce los brotes?
No es bien conocido, cuál es la causa desencadenante de los brotes de eccema; es por ello muy importante seguir una serie de recomendaciones que van a minimizar o evitar la aparición de los eccemas. Se cree que los brotes pueden estar relacionados con el frío, siendo más frecuentes por tanto en invierno; cambios bruscos de temperatura entre el exterior y el interior de los hogares, detergentes, polvo, baños prolongados.
¿Qué podemos hacer para prevenir los brotes?
– Es recomendable que la ropa sea de algodón o lino, naturales y transpirables. La limpieza de la ropa debe hacerse con productos suaves, si es posible evitando suavizantes, lejía y perfumes.
– Mantener la piel lo más seca posible, ya que el sudor es un caldo de cultivo para bacterias.
– La ducha ha de ser corta para evitar el exceso de sequedad de la piel, con agua templada, nunca caliente. Se debe respetar al máximo la piel empleando productos especiales para pieles atópicas.
– Se debe secar la piel suavemente con una toalla sin frotar.
– Hidratar la piel frecuentemente con emolientes y a poder ser con calmantes anti picor y anti irritación.
– Testar productos nuevos primero en áreas pequeñas de la piel.
– Tras la ducha en piscina o playa se debe enjuagar el cuerpo con agua.
– Se aconseja llevar una correcta higiene de las uñas, estando limpias y cortas, para evitar lesiones de rascado.
– Evitar el estrés ya que puede favorecer la aparición de brotes.
– Llevar una buena limpieza del hogar, evitando acumulación de polvo en alfombras, moquetas, peluches etc. Airear la habituación a menudo. Aspirar con alfombra evitando levantar polvo. Mantener el ambiente húmedo.
– Evitar animales con pelo.
– Evitar cambios bruscos de temperatura y altas temperaturas, no situarse cerca de calefactores, estufas o chimeneas.
– Es beneficioso la exposición al sol, siempre en periodos del día de radiación solar no intensa y en periodos de corta duración y con protección solar específica para evitar quemaduras, recordando que la barrera de la piel puede estar dañada lo cual aumenta la vulnerabilidad de las quemaduras. No realizar exposición durante el brote.
– No es necesario evitar ningún alimento, siempre y cuando no exista una alergia alimentaria conocida o diagnosticada. Sólo por tener dermatitis atópica no hay que abstenerse de determinados alimentos.
¿Cómo puede saber mi pediatra que mi hijo tiene dermatitis atópica?
El diagnóstico de la dermatitis atópica, se basa en la presencia de las lesiones conocidas como eccema, en unas localizaciones y distribución típicas acompañadas o no de otras enfermedades relacionadas con la atopia.
Los eccemas producen una rotura de la barrera protectora de la piel frente a infecciones bacterianas externas, es por ello que es posible, aunque no es frecuente la sobreinfección de estas lesiones.
Cuando aparece el eccema, se utilizan cremas antiinflamatorias y es importante el tratamiento con inmunomoduladores y medicamentos para aliviar el picor.
En cuanto al tratamiento: es conocido por todos, que gran parte del tratamiento está basando en tratamientos con corticoides sobre la piel. Es posible, que alguna vez hayas escuchado o leído que no es aconsejable el empleo de este tipo de cremas sobre la piel, pero hay que tener en cuenta que su acción antiinflamatoria es necesaria para disminuir el brote. Por ello, se debe aplicar siempre tras prescripción médica y con la pauta recomendada por el médico.
Si afectación del descanso nocturno, se pueden emplear métodos naturales como la melatonina.
El tratamiento pautado va a acortar la duración de los brotes, mientras que las estrategias de prevención van a intentar alargar el tiempo entre un brote y el siguiente.
Es importante no abandonar las medidas de prevención de brotes ya que no es previsible su aparición.
Autor:
Alejandro Moreno García
Médico especialista en traumatología
Número de colegiado: 464626688
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